Preguntar es un gesto antiguo. Las preguntas crean relaciones de poder, establecen quién está autorizado para hablar y quién está obligado a responder. En el teatro griego, fueron el motor de la tragedia, en la filosofía platónica del conocimiento de Grimaldel, en los barcos medievales que decidió el destino del acusado, los sapatistas “caminaron”. Sin embargo, fue la televisión la que cambió el problema en el entretenimiento. De Dejar o duplicar? A ¿Quién quiere ser millonario?La pregunta se convierte en un espectáculo y un rito colectivo. Armando Vertorano, en Respondo la pregunta (Noche) habla sobre su experiencia como un trabajo “preguntando” y mal documentado. La pregunta del signo de la pregunta comienza con la respuesta a la creación de la vergüenza, que, como somos espectadores, solo puede adivinar: el proceso que considera el grado de complejidad de los temas, la confiabilidad de las respuestas y, sobre todo, el lenguaje del conductor. El último, el único que tiene derecho al público, determina las reglas del juego y el papel dramático de los competidores. Gracias al libro de la versión, entendemos mejor el profundo significado de la “mediocridad” Mike Bongirno o la simpatía de Jerry Scotti, su forma de enviar competidores a la respuesta. La pregunta surge no solo de su contenido condicional, sino también como resultado de la investigación de emociones, ambiciones y fragilidad del competidor, ubicado antes de la mayor compensación existencial: el fondo de premios. ◆