El hígado es uno de los órganos más diligentes, ya que realiza tareas vitales, como toxinas de limpieza, asistencia nutricional, almacenamiento de nutrientes y regulación del metabolismo. Sin embargo, a pesar de estas habilidades sobrenaturales, nuestro hígado no se ve fortalecido por el daño.
El peligro es que el hígado puede dañarse gradualmente, sin decirnos que lo hace describir como un “asesino silencioso”. En las primeras etapas del daño hepático, no puede haber síntomas claros, excepto por una sensación general de fatiga o trastorno digestivo, que son síntomas que son fáciles de omitir o atribuir por otras razones.
Sin embargo, dado que el daño continúa, comienzan los signos de apariencia más alarmantes, como la piel y los ojos amarillos (ictericia), la hinchazón de las piernas e incluso la conciencia deteriorada en los casos mejorados.
El consumo excesivo de alcohol es una de las causas más importantes del daño hepático, ya que conduce a la acumulación de grasas, inflamación y fibrosis.
La enfermedad hepática alcohólica pasa por las etapas:
Hígado libanés: acumulación de grasa en el hígado (fijo para dejar de beber).
Hepatitis alcohólica (la aparición de infecciones y cicatrices).
La fibrosis hepática (fortalecimiento de los tejidos hepáticos y la pérdida de su función, que es difícil de tratar, pero la parada del alcohol detiene un deterioro).
Incluso el ligero consumo de alcohol durante muchos años puede ser dañino, especialmente con otros factores de riesgo, como la obesidad.
Sin embargo, el consumo de alcohol no es el único factor, el daño al hígado, ya que hay muchos hábitos diarios que pueden parecer inofensivos, pero en última instancia es una carga pesada para este órgano vital.
Aquí hay otros hábitos comunes que dañan el hígado sin darse cuenta:
Dieta sin imprimir
Incluso sin alcohol, las grasas pueden acumularse en el hígado de alimentos poco saludables, lo que conduce a enfermedades del hígado graso asociado con el desequilibrio metabólico (MALD). La obesidad, especialmente alrededor del abdomen, aumenta el riesgo de infección, así como factores como la diabetes y el colesterol alto.
Los productos ricos en grasas saturadas (carne roja, alimentos fritos) y azúcar (bebidas endulzadas aumentan el riesgo de infección en un 40%) y productos ultra producidos (comida rápida) en fatiga.
Por el contrario, los estudios muestran que una dieta rica en verduras, frutas, granos integrales, legumbres y pescado reduce la grasa en el hígado.
Analgésicos excesivos
El paracetamol puede ser un hígado mortal cuando la dosis recomendada excede, incluso si un ligero aumento.
Al desmantelar el hígado, el hígado produce NAPQI, que el cuerpo generalmente equivale a su efecto. Pero las dosis excesivas están muriendo este mecanismo de protección, lo que conduce a un daño grave que puede ser fatal.
Falta de movimiento
La inacción física se asocia con la obesidad y la resistencia a la insulina, lo que aumenta la grasa en el hígado. Pero el deporte, incluso si es simple, como caminar diario, puede mejorar significativamente la salud del hígado.
Por ejemplo, los ejercicios de resistencia reducen la grasa en el hígado en un 13% en 8 semanas. Caminar rápido durante 30 minutos 5 veces a la semana mejora la sensibilidad a la insulina.
Fumar
Fumar es perjudicial para el hígado en general. Además de muchas toxinas que ingresan al cuerpo a través de cigarrillos y una tensión hepática durante la limpieza, fumar también aumenta el riesgo de cáncer de hígado.
La protección hepática efectiva requiere conciencia de estos riesgos y toma una sabia elección diaria. Dieta equilibrada, rica en verduras, frutas y grano integral, bebe suficiente agua y actividad física ordinaria, todos son hábitos simples, pero efectivos para mantener la salud de este órgano vital. Además, las pruebas periódicas, especialmente para las personas en riesgo, pueden ayudar en la detección temprana de cualquier problema y tratarlas antes de convertirse en etapas peligrosas.
Fuente: Medical Express